Estoy leyendo God Never Blinks (Dios no Parpadea) de Regina Brett, autora y columnista de The Cleveland Plain Dealer, en Ohio, EEUU. Brett enumera 50 lecciones de vida y las he encontrado tan prácticas y llenas de sabiduría, que las quiero compartir; porque todo pasa en el parpadeo de un ojo, pero no nos preocupemos, porque ¡Dios no parpadea!
Lección #2: Cuando tengas duda, sólo toma el siguiente paso correcto. A veces da miedo hacer grandes cambios o tomar grandes pasos. Pero muchas veces tenemos la fuerza y el valor para tomar el siguiente paso pequeño. Un pequeño paso y después otro, y después otro. Así es como se educa a un hijo, así se pasa la universidad, así se escribe un libro, así se pierde peso, así se hace todo lo que el corazón desea. ¿Cuál es el siguiente paso? Cualquier que sea, hay que hacerlo.
Lección #6: No tienes que ganar todos los argumentos. Puedes estar de acuerdo en estar en desacuerdo. Esta lección me ha servido muchísimo. No tenemos que ser dueños de la razón; ni tampoco perder una amistad por ello. Podemos estar en desacuerdo y acordar que así es. ¡Yo no convenzo, no me convences….ok!
Lección #7: Llora con alguien. Sana más que llorar por si solo. Nuestra sociedad no está hecha para las lágrimas. Llorar en público o con un hombre o con el jefe es muestra de debilidad. Siempre tratamos de ser más fuerte llorando menos. Pero cada vez que se trata de llorar menos, los cachetes se inflan, los ojos se ponen rojos e inevitablemente una lágrima se derrama. Las lágrimas son una bendición –una manera de vivir intensamente. Tenemos que parar de esconder las lágrimas y compartirlas. Llora con alguien, siempre te sentirás mejor que si permanentemente lloras tus lágrimas en la soledad. Llorar sólo no es tan poderoso que llorar acompañado. Llora solo y esas lágrimas regresarán una y otra vez. Lloras con alguien más y esas lágrimas tienen el poder de sanarte de una vez por todas. Toma una persona fuerte para llorar, y toma una persona aún más fuerte para ver a otra persona llorar. Tenemos que ser lo suficientemente fuertes para ser sensibles a esas lágrimas– no importa quién está viendo.
¡Son 50! Quiero compartirles otras, pero si pueden, ¡no dejen de leer este libro! Realmente te toca el corazón, te entretiene y su buen humor ¡te contagia!